Es urgente un cambio de rumbo en la política migratoria europea, basada en expulsiones y en la externalización de fronteras.
Mientras miles de personas se juegan la vida en el mar ante la falta de vías legales y seguras, Europa les ofrece este tipo de respuestas. El año pasado, al menos 850 murieron en el intento y muchas de las que sobrevivieron se quedaron aisladas.
Estas políticas de contención migratoria son parte del problema, no son la solución. Por eso, desde CEAR reclamamos una política migratoria justa y valiente, con un mecanismo de responsabilidad compartida entre los Estados miembros, con cuotas de reubicación obligatorias, y que ponga en el centro a las personas y los Derechos Humanos.
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